Se ha demostrado que el ejercicio brinda varios beneficios para la salud y es esencial para mantener una condición física adecuada. Afecta el cuerpo fisiológicamente, incluyendo a los glóbulos rojos, los cuales son nuestras células encargadas de transportar oxígeno a los tejidos corporales e intercambiarlo por dióxido de carbono. Estas experimentan cambios durante la actividad física que atribuyen a la aptitud cardiovascular.

Los glóbulos rojos, también llamados eritrocitos, contienen la proteína hemoglobina (responsable del color rojo de la sangre), la cual se une al oxígeno en los pulmones para formar la oxihemoglobina y posteriormente liberar este oxígeno a los tejidos. Ante la mayor demanda de oxígeno que se crea durante el ejercicio, mayor es la adaptación de estas células para satisfacer las necesidades.

El ejercicio estimula la liberación de eritropoyetina, una hormona producida principalmente por los riñones, la cual desencadena la producción de más glóbulos rojos en la médula ósea (tejido blando del interior de los huesos). A esto se le conoce como eritropoyesis, y es importante ya que, al haber un aumento en el recuento de eritrocitos también hay un aumento en la capacidad de transporte de oxígeno en el organismo. Esta adaptación permite que exista un mejor suministro de oxígeno a los músculos y órganos vitales, esto facilita tener un mejor rendimiento físico, mayor resistencia, y reducción de fatiga durante el ejercicio.

A su vez la actividad física causa vasodilatación, este ensanchamiento de los vasos sanguíneos provoca una disminución de la resistencia vascular y un aumento del flujo sanguíneo hacia los tejidos, asegurando que los glóbulos rojos con oxígeno lleguen a diversos tejidos de manera rápida y efectiva. Encima, el ejercicio fortalece el músculo cardíaco, ocasionando un aumento del volumen sistólico, o sea la cantidad de sangre bombeada por latido, lo que da mayor capacidad para distribuir la sangre por todo el cuerpo.

La adaptabilidad de los glóbulos rojos ante el ejercicio mejora la función cardiovascular y el suministro de oxígeno. Por lo que es recomendable incorporar actividad física en nuestra rutina para optimizar la función de nuestros eritrocitos, ya que estos cambios no solo favorecen al rendimiento físico, sino que también benefician a la salud y vitalidad en general.